Semana italiana: Florencia

En enero hará dos años que una parte de “los latinistas de la clase” ―como decía mi profesor de historia― nos fuimos de viaje a Florencia y a Pisa.

Italia es el destino perfecto para los que estudiamos letras, ¡que no se sientan desprestigiados los de ciencias!, lo digo porque en los museos y en las mismas calles podemos poner en práctica todo lo que hemos estudiado durante el año. Firenze ―me encanta pensar que sé italiano aunque sea mentira…― es una ciudad conocida a nivel mundial por su patrimonio artístico y arquitectónico. Cuando paseas por la piazza del Duomo o ves por primera vez el David de Miguel Ángel en la Galería de la Academia sientes que perfectamente podrías ser la guía de la ciudad. Con solo un trimestre de historia del arte te crees totalmente capacitada, líneas horizontales por aquí, punto de fuga por allá… ¡creo que me he equivocado de carrera!

En una semana de viaje hicimos un recorrido corto por la Toscana, nuestros destinos principales eran los típicos: Florencia y Pisa. Yo había ido varias veces a Italia, pero siempre me quedo en Roma y sus alrededores, estaba muy ilusionada por ir a ver El nacimiento de Venus y la torre inclinada de Pisa. Como no, antes de ir allí, ya estaba encasillada en los puntos turísticos más famosos. Lo mejor que tiene viajar es que una vez estás allí, tus prototipos de la ciudad se disipan porque creas tu propia opinión. Por ejemplo, Pisa me decepcionó porque todos los monumentos de interés están concentrados en una parte. Pero no os equivoquéis, ¡me volví loca con la torre de Pisa! Me hice mil fotos con mis amigas y no solo la pose de sujetar la torre ―por cierto, ¿por qué siempre las fotos que te hacen salen mal y luego tú las haces perfectas? Es muy difícil captar justo el momento en el que exactamente tocas el lateral de la torre― sacamos mucho partido a una nueva manera de posar, la llamábamos: la mosca aplastada en la pared.

No quiero que la gente deje de visitar Pisa por lo que he dicho o que empiece a recibir amenazas de los habitantes de la ciudad ―lo reconozco, no me sé el gentilicio de Pisa―. Pero en un viaje de este tipo, en el que la mayor parte del tiempo estás en Florencia y que todos los días atraviesas sus plazas con la cabeza mirando al cielo ―arriesgando la vida de tu cuello― para contemplar Il Duomo o la Basílica de San Lorenzo, es difícil que otra cosa te impresione en ese momento. Florencia es la sede del arte renacentista, es maravilloso disfrutar de todas las obras de Miguel Ángel, Giotto, Botticelli o Brunelleschi. Dos museos de visita obligada son: la Galería de los Uffizi, ese museo es bonito ya de por sí, aquí encontrarás pinturas como La Venus de Urbino o La Anunciación de Leonardo da Vinci; y la Galería de la Academia donde te sorprenderás con el tamaño del David, ¡es enorme!, y no penséis mal… porque la tiene piccola.

Para acabar mi actualización, que sé que lo ibais a echar en falta: ¿cómo es la fiesta florentina? Hay que tener en cuenta que era un viaje de grupo, con dos profesoras y entre semana… Pero no os voy a defraudar, como estudiantes rebeldes que éramos, nos escapamos del hotel para visitar algún que otro pub. La fiesta es genial, cerca de la piazza del Duomo hay un pub de Erasmus donde la fiesta está garantizada.

Y antes de despedirme…

Consejo #1: el adjetivo “feo” lo entienden todos, así que be careful.
Consejo #2: acabar todas las palabras con la letra “i” y mover la mano derecha, ¡no es hablar en italiano!
Consejo #3: ¡viaja a Italia! Siempre digo que no hagáis caso a los rumores pero este es cierto, los italianos ¡son guapísimos!

Aquí os dejo con un video: Florencia y Pisa, el secreto está en la masa.